jueves, 18 de diciembre de 2008

Batalla de Saratoga

La Batalla de Saratoga fue uno de los enfrentamientos más importantes librados durante el transcurso de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Su desenlace, en gran medida, contribuyó a decidir el resultado final de la contienda a favor del ejército continental. Esta batalla tuvo lugar entre 19 de Septiembre y el 7 de Octubre del año 1777 en Saratoga, una región ubicada entre Boston y la zona de los Grandes Lagos, en las proximidades del Río Hudson. El general británico John Burgoyne pretendía mediante la posición de sus tropas en la zona, aislar a Nueva Inglaterra del resto de las colonias del norte y causar la mayor cantidad de bajas posibles entre las filas del ejército rebelde. Su plan consistía en remontar el valle del río Hudson desde Montreal, donde se hallaban reunidas sus columnas, subiendo a lo largo de este camino fluvial con el apoyo de las tropas británicas asentadas en Nueva York. Estas últimas, acaudilladas por el general Howe, atacarían por el norte y se le unirían en Albany para crear un frente común y emprender una ofensiva conjunta.

Objetivos:

El objetivo final de esta maniobra era destruir el ejército colonial y eliminar o capturar a George Washington. Si conseguían atraerlo a una batalla en la que reunieran a todos sus hombres y las armas de que disponían los rebeldes, la victoria estaba prácticamente asegurada para los británicos, que lograrían el ansiado restablecimiento del control imperial en América del Norte.

El rey Jorge III aprobó el plan con entusiasmo, pero el general Howe, que nunca recibió instrucciones precisas desde el gobierno de Londres, prefirió cargar en solitario contra Filadelfia (origen y foco de la revuelta independentista) en vez de reunirse con Burgoyne en Albany. Marchó por su cuenta y riesgo con la mayor parte de sus tropas en dirección contraria, hacia el sur, dejando una guarnición de 8.000 hombres en Nueva York al mando de Sir Henry Clinton.

La Batalla:

En lugar de concentrar todas sus fuerzas en un único frente, los efectivos británicos quedaron dispersos a lo largo de más de 1200 Km. de territorio hostil, cayendo en un clásico error de división de fuerzas: Burgoyne en Canadá, Howe en Chesapake y Clinton en Nueva York. Washington, desde sus cuarteles de invierno en Morristown (Nueva Jersey), acudió con su precario ejército a cubrir Filadelfia para intentar contener el avance de Howe y su regimiento de cerca de 14.000 hombres. Las tropas coloniales contaban con prácticamente la misma cantidad de efectivos, acabaron disgregándose ante la implacable embestida británica y Washington se vio obligado a emprender la retirada.

Mientras tanto, Burgoyne descendió de los bosques canadienses y avanzó hacia el sur con la intención de reunirse con las tropas británicas asentadas en Nueva York, a la espera de que Howe hiciera lo mismo después de atacar Filadelfia. Reagrupando a las tropas en un único ejército contra George Washington la victoria británica parecía un hecho. Pese a ello, Howe prefirió seguir avanzando hacia el sur e incluso reclamó refuerzos de la guarnición de Clinton.

Burgoyne, hostigado incesantemente por las milicias rebeldes, fue incapaz de llegar hasta Nueva York y no pudo obtener refuerzos de Clinton porque éste no disponía de suficientes efectivos para asistirlo. Finalmente quedó aislado en Nueva Inglaterra, con graves problemas de abastecimiento y cercado por un ejército muy superior en número. El 17 de octubre tuvo que rendirse ante el comandante estadounidense Horatio Gates, y fue hecho prisionero junto a su ejército hasta que se firmó la paz.

Las tropas inglesas, que constaban de 50.000 militares y 30.000 mercenarios alemanes, además de 7.800 regulares y milicianos, no fueron capaces de soportar el contraataque de 14.000 regulares y milicianos americanos al mando de George Washington obtenidos voluntariamente tras una leva de voluntarios que hizo en 1775. Hubo 8.000 muertes americanas y 1600 muertes inglesas. Hubo 6.000 ingleses prisioneros.

Las armas usadas fueron principalmente mosquetes y más tarde, ya casi acabada la batalla se empezaron a usar fusiles de corto alcance.

Consecuencias:

La victoria afianzó la posibilidad de triunfo de las milicias ciudadanas sobre un ejército de línea y recibió el apoyo de Francia (1778) y el Imperio español (1779) a la causa independentista estadounidense.

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